sábado, 24 de noviembre de 2007

La desaparición de Pompeya

Pompeya, que había nacido hacia el siglo VII a.C. en las riberas del río Sarno, era una tierra rica y fértil. Habitada por unos 12.000 habitantes dedicados fundamentalmente al comercio y a los placeres de la vida, era una ciudad vital, opulenta, próspera. Se podría decir que estaba en pleno auge cuando fue sepultada por una espesa capa de cenizas, lava y piedra pómez.



Los etruscos y los griegos influyeron en su primer desarrollo cultural y urbanístico, pero fueron los samnitas quienes la conquistaron en el sigloV a.C. y la convirtieron en una ciudad samnita. No obstante, habrá que esperar al siglo I a.C. para que se convirtiera en colonia romana: Cornelia Veneria Pompeianorum. Desde entonces, Pompeya se entregó a las costumbres de los romanos, adoptó de Roma la lengua y las construcciones, y llegó a tener el aspecto de una ciudad imperial.
En el año 62 fue muy dañada por un terremoto; de hecho, cuando quedó sepultada tras la erupción del Vesubio, se encontraba todavía en proceso de reconstrucción y de crecimiento.
La erupción que hizo desaparecer la ciudad de Pompeya comenzó hacia el mediodía del 24 de agosto del año 79 y duró tres días. Todo quedó cubierto por siete metros de cenizas y lascas, y se dice que hubo más de mil víctimas. Después de esto, siglos de silencio.
Los primeros restos fueron sacados a la luz en 1592, aunque no fue hasta 1748, durante el reinado de Carlos III de Borbón, cuando se iniciaron excavaciones sistemática e ininterrumpidas con el fin de recuperar todos los materiales, que fueron llevados a la Villa Real de Portici y, posteriormente, al Museo Arqueológico de Nápoles. Hoy en día es uno de los yacimientos más conocidos y visitados. Se conservan de su época de esplendor cartas, frescos, mosaicos y muchos otros objetos que nos hablan de una ciudad basada en la familia, en la que existía el divorcio y en la que las mujeres podían acceder al sacerdocio. En resumen, una ciudad floreciente en todos los aspectos.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Recuperadas dos láminas robadas a la Biblioteca Nacional

Por fin volvemos a tener noticias de las láminas robadas a la Biblioteca Nacional de las que hablábamos en este blog el pasado 9 de octubre. El director General de la Policía y la Guardia Civil, Joan Mesquida, recibió el miércoles día 7 de noviembre dos de las láminas robadas a la Biblioteca Nacional por el ciudadano español de origen uruguayo César Gómez. Se las entregó personalmente el director del FBI, Robert S. Mueller, después de que agentes de esta agencia de investigación las confiscaran en Nueva York.
Ocho mapas interceptados en Argentina ya se encuentran en España y una undécima página regresará también a la Biblioteca procedente de Australia. Una de las estampas encontradas en Nueva York pertenece a la obra Cosmografía de Ptolomeo (astrónomo y geógrafo del siglo II), en una reproducción datada en el año 1482 y de la que sólo se conocen dos ediciones. La otra contiene un mapa procedente de una Geografía del mismo autor fechada en 1507 y de la que se han registrado sólo cuatro reproducciones en todo el mundo.
En total, la Guardia Civil ha localizado 11 láminas robadas por Gómez. Ocho mapamundis permanecen depositados en un juzgado de Madrid desde que llegaran a España procedentes de Argentina el pasado 2 de noviembre. Podéis leer más sobre esta noticia en El País.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Ante ustedes... Tutankamón


Sin duda alguna, para todos los que amamos el Antiguo Egipto y soñamos con visitarlo o volver allí, la noticia que destaca por encima de todas este fin de semana es la oportunidad que desde ahora se ofrecerá a todos los visitantes del Valle de los Reyes de ver, cara a cara, la momia del célebre Tutankamón. Hasta el momento, sólo los expertos que han estudiado periódicamente el cuerpo del faraón habían tenido el privilegio de contemplar de cerca la momia del más famoso de los faraones. Ahora, a los 85 años del descubrimiento de su tumba, el faraón se presenta ante todos. Aquí podemos verlo en una imagen extraída de El País (AFP).
En realidad, el rey Tut se ha desplazado muy poco: apenas unos metros dentro de su propia tumba, KV 62, en el Valle de los Reyes. Desde el descubrimiento y vaciado de la tumba, la momia del rey descansaba en una humilde caja de madera dentro del ataúd dorado exterior -uno de los tres ataúdes antropomorfos que, como muñecas rusas, rodeaban originalmente el cuerpo de Tutankamón-, metido éste en el gran sarcófago cuadrado de cuarcita abierto. Asomado desde la antecámara de la pequeña tumba a la cámara funeraria, que está más abajo, el visitante todo lo que veía eran las facciones doradas del ataúd dentro del sarcófago de piedra cubierto con una plancha de cristal. Ahora, la momia de Tutankamón se encuentra expuesta en su propia tumba en una urna de plexiglás transparente monitorizada a fin de prevenir cualquier alteración climática que pudiera dañarla.
La decisión de trasladar a Tutankamón a la urna se ha justificado con la necesidad de protegerlo, ante el serio deterioro ambiental de la tumba, causado, en buena parte, por la humedad que desprenden los turistas durante las visitas (respiración y transpiración). El cuerpo de la momia ha sido cubierto con una sábana de lino , con lo cual quedan expuestos al público la cara, la cabeza y los pies del rey. El rostro de Tutankamón es oscuro, más que la piel del cuerpo (blanca grisácea donde se conservó), de piel quebradiza y manchada de natrón residual del proceso de embalsamamiento. La cabeza está limpiamente afeitada, las orejas perforadas, la nariz aplanada por la presión de las vendas.
La exhibición de Tutankamón coincide también con las nuevas teorías sobre su deceso: parece ser que habría muerto por una grave herida en la pierna causada por un accidente de carro durante una cacería, que le habría provocado gangrena.
Ya tenemos otra excusa, si es que fuera necesaria, para seguir soñando con el Antiguo Egipto. Podéis leer mucha más información en El País, terra o La Vanguardia.