martes, 19 de junio de 2007

Santa Sofía de Estambul







La Basílica de Santa Sofía, iglesia consagrada a la Santa Sabiduría, está considerada como el principal edificio bizantino de Constantinopla (actual Estambul) y uno de los más relevantes de la historia de la arquitectura. Fue proyectada y construida por Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto entre los años 532 y 537, por encargo del emperador Justiniano I. Estos dos artífices eran esencialmente científicos con amplios conocimientos de física.
Destruido el templo primitivo durante la insurrección de Nika, Justiniano decidió construir un edificio que simbolizara el apogeo de su Imperio. De acuerdo con la tendencia bizantina hacia los espacios centralizados, los arquitectos idearon una gran basílica concentrada bajo una cúpula semiesférica de 32 metros de diámetro y 56 metros de altura sobre el suelo, flanqueda por dos semicúpulas que sugieren un sutil eje longitudinal. El amplio espacio interior, iluminado por el anillo de ventanas abiertas en la base de la cúpula, se abre en sucesivas articulaciones a dos naves laterales que ocultan los contrafuertes transversales. Estos machones protagonizan el imponente exterior del edificio, que contrasta en su austeridad con un interior prolijo en mármoles y suntuosos mosaicos. La complejidad de exedras, columnatas y galerías elevadas en torno a la gran sala diáfana contribuye a la sensación de misterio, enfatizada por la presencia difuminada de la luz y sus ambiguos reflejos sobre los revestimientos dorados.
Después de la conquista otomana en 1453, la iglesia se convirtió en mezquita y referencia fundamental para la nueva arquitectura musulmana. Hoy en día se puede visitar sin problemas, puesto que es un museo. De hecho, es una visita obligada para todo aquel que viaje a Estambul.

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