
La primera protesta popular de la que se tiene constancia (figura en los textos de Heródoto) tuvo lugar en el antiguo Egipto, concretamente, el año 1166 a.C., durante el reinado del faraón Ramsés III. Los trabajadores que construían el sepulcro del soberano vieron mermada su ración diaria de víveres y, cuando la situación empeoró aún más, arrojaron sus herramientas y se declararon en huelga. Los descontentos marcharon hacia el palacio real y pidieron que aumentaran sus raciones de comida. Finalmente, consiguieron que el faraón atendiese a sus reivindicaciones. Parece que los egipcios fueron también pioneros en esto de manifestarse. De hecho, la comunidad obrera de las tumbas reales (situada en lo que hoy conocemos como Deir el-Medina) desarrolló tres huelgas bajo el reinado de Ramsés III. Los trabajadores llevaban más de veinte días sin recibir el sustento porque el gobernador de Tebas oriental y sus seguidores habían interceptado el envío. Cuatro meses después, el conflicto se reavivó. La entrega de alimentos se había demorado de nuevo, esta vez dieciocho días, y los obreros se vieron obligados a reclamar lo que era suyo, pero recibieron partidas insuficientes. Por esta razón interrumpieron el trabajo y se dirigieron al templo de Tutmosis III en Medinet Habu, donde presentaron sus quejas, exigiendo que el propio rey fuera informado y proclamando: «Tenemos hambre, han pasado dieciocho días de este mes... hemos venido aquí empujados por el hambre y por la sed; no tenemos vestidos, ni aceite, ni pescado, ni legumbres. Escriban esto al faraón, nuestro buen señor, y al visir, nuestro jefe. ¡Que nos den nuestro sustento!».